La intolerancia sigue cobrando víctimas en Valledupar

Eran las 5:45 de la tarde. Todo se mantenía bajo total normalidad en los barrios 5 de enero y Divino Niño de la capital del Cesar, pero esa calma se vio interrumpida por dos lamentables hechos.
Omaira Isabel Camargo Iglesias de 49 años disfrutaba del domingo en el establecimiento comercial La Canosa, ubicado en la carrera 30 Número 8-93 del barrio Divino Niño, en el que también estuvo la noche anterior al parecer consumiendo bebidas embriagantes.

Para ella todo pasó de la alegría de compartir con los allí presentes a vivir sus últimos momentos de vida. ¿Por qué? Porque hasta ese lugar llegó su excompañero sentimental identificado como Robinson Orozco Barraza de 61 años.

El agresor lleno de ira y sin mediar palabra le propinó varias puñaladas a ella, la persona con la que compartió muchos momentos dentro del seno familiar. Omaira Camargo tras recibir las lesiones en varias partes del cuerpo fue trasladada de urgencia hasta un centro asistencial, pero sus heridas fueron tan graves que llegó sin signos vitales.

Pero esta historia no acaba aquí, debido a que Orozco Barraza tras cometer la agresión huyó del lugar. Según vecinos que presenciaron la escena corrió varias cuadras angustiado y con las manos ensangrentadas, hasta llegar a la tienda Las JJJ, del barrio 5 de enero.

Hasta ese establecimiento comercial llegó Robinson Orozco Camargo, hijo de la ya fallecida en ese momento Omaira Camargo, quien bajo la ira y el intenso dolor de saber que su madre murió a manos de su padre y de una manera tan lamentable lo abordó propinándole varias lesiones con una lima industrial, heridas tan contundentes que le causaron la muerte de inmediato a su padre Robinson Orozco Barraza. Fue una escena terrorífica en donde los antagonistas fueron los mismos miembros de una familia.

Al lugar llegaron las autoridades quienes capturaron al joven de 22 años, único sobreviviente de este círculo en el que al parecer una situación pasional acabó con la tranquilidad de una familia querida en el sector.

Esta historia deja lecciones que aprender a quienes fueron o no testigos de esta tragedia. Por eso, ¿Servirá esto como un llamado a la tolerancia? ¿Podremos aprender de estos errores? Seguramente sí.
Estos casos no son sacados de una película de ficción, se viven en todo el territorio colombiano, pero de nosotros depende no llenar las páginas noticiosas de sangre y de dolor, como lo fue la historia de este doble homicidio.